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    Importancia de la educación ambiental en el sector inmobiliario

    Históricamente la humanidad ha estado en constante relación con el medio ambiente y lo ha modificado para adaptarlo en cierta medida a sus necesidades básicas (refugio, alimentación, transporte). Para ello, en un inicio se desarrollaron soluciones integradas que implicaban tener un pleno conocimiento de la disponibilidad y el comportamiento de los recursos producto de nuestras actividades; Un claro ejemplo se puede observar en la arquitectura vernácula y bioclimática. Sin embargo, este interés por conocer los procesos naturales de nuestro ambiente pasó a un segundo plano desde la época pre industrial y con el surgimiento de sistemas mecánicos, que si bien es cierto aceleran los procesos de ejecución de muchas actividades, han dejado de lado el impacto que el crecimiento acelerado puede tener en nuestro medio ambiente y consecuentemente en nuestra sociedad. Desde la década de los setentas han sido muchos los estudios que han proyectado de manera consistente que, de no hacer un cambio en la gestión de recursos actual, no podremos responder a los efectos acelerados del cambio climático que ya estamos viviendo.

    “No se puede valorar lo que no se conoce”

    Es por lo anterior que el concepto de educación ambiental ha tomado relevancia a nivel mundial y se ha considerado como una herramienta clave dentro de los objetivos de desarrollo sostenible, así como en muchos otros planes de acción orientados a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (responsables del calentamiento global), ya que se tiene claro que queda en segundo plano el nivel de avance tecnológico que tengamos como sociedad si no tenemos plena conciencia de los impactos de cada una de nuestras actividades ocasionan en nuestro medio natural. Por ejemplo, se debe comprender que todo se encuentra conectado entre sí, y que en la naturaleza no hay un “afuera” y por ende yo no “saco los residuos”, sino que este material, como todos los demás, sigue formando parte de un ciclo de vida que empieza desde la extracción de la materia prima, fabricación y uso del producto hasta su disposición final, etapa que debe ser considerada previa a su utilización. Bajo este mismo enfoque se debe considerar que nuestras actividades o proyectos también afectaran de manera directa o indirecta a flora, fauna, cuerpos de agua y a la sociedad.

    De acuerdo a organismos internacionales como la EPA (Agencia de Protección Ambiental por sus siglas en inglés), la educación ambiental es más que solo “información sobre el ambiente”. La educación ambiental es un proceso que le permite a las personas investigar sobre temáticas ambientales, involucrarse en la resolución de problemas y tomar medidas para mejorar el medio ambiente. Como resultado, los individuos alcanzan un entendimiento más profundo de las temáticas ambientales y tienen las herramientas para tomar decisiones informadas y responsables.

    Los componentes de la educación ambiental son:

    • Conciencia y sensibilidad ante el ambiente y los desafíos ambientales.
    • Conocimiento y entendimiento del ambiente y los desafíos ambientales.
    • Actitudes de preocupación por el ambiente y de motivación por mejorar o mantener la calidad ambiental.
    • Habilidades para identificar y contribuir a resolver los desafíos ambientales.
    • Participación en actividades que contribuyan a resolver los desafíos ambientales.

     

    El sector inmobiliario, considerando el ciclo de vida de sus actividades, aporta considerablemente en las emisiones de gases de efecto invernadero y utilización de recursos. Según informes del World Green Building Council y el World Resources Institute, el sector de la construcción es responsable a nivel mundial del uso del 14% de agua potable, del 30% de los desechos producidos, del 40% del uso de materias primas para la construcción, del 38% de las emisiones de CO2 y entre el 24% y 72% del uso de la energía (energía eléctrica o para la fabricación de los materiales mismos).

    Lo anterior debe abordarse como una importante oportunidad de mejora y un compromiso por lograr procesos más responsables con nuestro planeta, y para ello se deben retomar (y reinterpretar con las tecnologías actuales) aquellos conceptos que buscaban un trato armonioso con nuestros recursos sin dejar de lado nuestras necesidades básicas. Actualmente los edificios enfocados en conceptos sostenibles han demostrado que esto si es posible y que desarrollando soluciones costo eficientes se puede lograr ahorros de entre el 20 y 30% en el uso del agua potable, reducción del uso de la energía de entre 30 y 50% (aplicando energías renovables esto puede ser mayor) y desde etapas de diseño se puede lograr una mejor gestión del sitio con la que se logre mantener vegetación existente y aprovechar mejor los servicios y recursos existentes.

    Para lograr lo anterior en el sector inmobiliario, la educación ambiental debe ser un componente transversal durante todo el ciclo de vida de los proyectos, incluyéndose desde los equipos de diseño y construcción, equipo administrativo, proveedores y clientes/usuarios, ya que todos, desde nuestros roles, generamos un impacto y del cual tenemos el deber de velar porque sea lo más armonioso posible con las condiciones existentes.

    Con respecto al medio ambiente, no solo se trata de “compensar” o mitigar nuestros impactos sino de buscar soluciones que impacten cada vez menos en él desde nuestros diseños o desde la selección del sitio integrando sistemas de uso eficiente de recurso y gestión de los materiales, y para esto, la educación ambiental junto con herramientas de cálculo nos permiten tener conciencia que los impactos de nuestros diseños se pueden medir y se pueden replantear desde etapas tempranas para la utilización eficiente de nuestros recursos y por ende, la reducción del impacto negativo.

    Finalmente, mientras unos ven a los edificios únicamente como estructuras que forman parte de un modelo de inversión, con un enfoque de conciencia y compromiso ambiental se puede aprovechar la oportunidad que estos ofrecen no solo para ahorrar energía, agua y emisiones de CO2, sino también para educar y fortalecer comunidades más comprometidas con un mundo mejor mediante estrategias de difusión que promuevan su replicabilidad, generando un efecto multiplicador en la sociedad y obteniendo impactos positivos más grandes.